"Mirar las cosas de cara, ser capaces de sorprendernos, tener curiosidad y un poco de coraje; saber preguntar y saber escuchar; evitar los dogmas y las respuestas automáticas; no buscar necesariamente respuestas y aún menos fórmulas magistrales" (Emili Manzano)

viernes, 10 de enero de 2014

LA OBESIDAD COMO ENFERMEDAD: LECCIONES PARA LA PSIQUIATRÍA (5 de 6): EN CONTRA

¿CLASIFICAR LA OBESIDAD COMO UNA ENFERMEDAD SERÍA BENEFICIOSO?  A FAVOR/EN CONTRA

Al menos desde el s XVII hay autores que han considerado que la obesidad es una enfermedad. Sin embargo, la comunidad médica sigue dividida en este aspecto. Mientras algunos se centran en si la obesidad cumple los criterios para una determinada definición de enfermedad, otros revisan qué supondría para la investigación y la atención de la salud de los individuos (Tabla3).


EN CONTRA: NO SERÍA BENEFICIOSO (Puhl 2010) (Moynihan 2002) (Dorfman 2007) 

1- La "medicalización" de la obesidad 
  1. La calificación de enfermedad produciría un aumento del desarrollo y gasto público en tratamientos farmacológicos y quirúrgicos, en detrimento de intervenciones asistenciales y de la salud pública sobre hábitos alimenticios saludables y actividad física regular.
  2. Aumentaría la confianza de pacientes y proveedores en los tratamientos farmacológicos y quirúrgicos para obtener un peso corporal específico, y se daría prioridad al índice de masa corporal (IMC) como un mejor determinante de salud por encima de unas conductas saludables (dieta, ejercicio). 
  3. Riesgo de tratamiento de personas sanas (sobremedicar). Debido a las limitaciones del IMC y otras medidas de adiposidad, se podría medicar a personas que cumplieran los parámetros de obesidad (e.g., IMC >30) pero que no presentan alteraciones metabólicas.
  4. De la misma manera, personas obesas que mejoran su alimentación, actividad física, y sus hábitos de sueño, pero no pierden suficiente peso y aún cumplen criterios para obesidad, todavía serían clasificados como enfermos y presionados para recibir tratamiento por parte de médicos, aseguradoras y empresas, aunque la mejoría de las conductas de su estilo de vida son factores muy significativos en la prevención, retraso y reducción de la gravedad de las complicaciones asociadas a la obesidad.
  5. Aunque muchos autores argumentan que el IMC, debido a sus limitaciones, debería ser excluido de la definición de obesidad en la decisión sobre si debe ser considerada una enfermedad o no, el hecho es que el IMC sigue siendo la medida clínica más utilizada.

2- Reducción de las políticas públicas y los programas de prevención 
  1. Es posible que el aumento de la financiación de la investigación de tratamientos médicos reduciría los fondos disponibles para programas de prevención. 
  2. La medicalización del concepto obesidad podría ir en detrimento de soluciones sociales globales sobre las influencias  ambientales que modulan las conductas de la población y tienen un impacto sobre una serie de estados clínicos a parte de la obesidad (similar al tabaquismo). Así los esfuerzos de las políticas publicas para desarrollar entornos favorecedores de una alimentación sana y actividad física recibirían menos atención, a pesar los beneficios sobre la salud a cualquier peso corporal, y se enlentecería la mejora de la salud general de la población. "La salud se realiza en los barrios, no en la consulta de los médicos" (Dr Jackson, en Designing Health Communities, 2012)
  3. Las empresas pueden aumentar la prima de los seguros de salud o limitar la contratación de individuos obesos, y/o reducir los programas de bienestar para empleados que incentivan la pérdida de peso o el mantenimiento de un peso normal. 

3- Imagen pública y estigma
  1. La percepción de la obesidad como una enfermedad puede hacer que algunos individuos consideren que los hábitos y el estilo de vida son menos importantes en el desarrollo de proceso, lo cual podría disminuir su motivación para comer saludablemente y ser activos físicamente. 
  2. El aumento de del énfasis médico sobre la obesidad podría ofender o alienar a algunos individuos obesos, especialmente si el énfasis se centra en conseguir un determinado peso y no en la adquisición de hábitos saludables. 
  3. Como el IMC sigue siendo el principal indicador médico de obesidad, también podría estigmatizar a personas sanas pero con un IMC elevado (e.g., IMC>30)


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